Primera reunión de debut de las nuevas integrantes con el tucumano. Quiere evitar la derrota en su pago chico, pero el presidente lo retiene y quiere ir a las PASO con el mismo equipo.

Alberto Fernández quiere que el día que se celebren las PASO el año que viene, el Gabinete de ministros sea el mismo que se reúne hoy a las 9 de la mañana con la recibida de Juan Manzur, el jefe de Gabinete. «Quiero que éste sea el último Gabinete, no quiero más cambios», sentenció Alberto frente a Juan Martín Olmos y Julio Vitobello en días de rumores de cambios.

El debut de Kelly Olmos, ministra de Trabajo; Ayelén Mazzina, ministra de la Mujer; y Victoria Tolosa Paz en reemplazo de Juan Zabaleta en Desarrollo Social, será entonces el puntapié inicial de un equipo de trabajo que el presidente no quiere tocar más.

Juan Manzur desliza que precisa ir a su lugar natal, Tucuman, para evitar una derrota electoral en mayo de 2023 y tiene que ir a hacer campaña. Alberto no quiere que se vaya y se lo dejó en claro en persona.

Así, los días transcurren entre operaciones de prensa, instalaciones de renuncia y un intento manifiesto de La Cámpora, el sindicalismo y parte del propio Frente de Todos de posicionarse para el año que viene. «El nivel de cinismo y locura de este país abruma», se despachó Alberto, frente a sus colaboradores estrechos. Está harto de a beligerancia y las operaciones de desgaste, del llamado fuego amigo.

Días atrás Andrés Larroque, la voz reinante de Cristina Fernández y Máximo Kirchner como fronting del enojo ultra cristinista con Alberto, volvió a criticar al Gobierno. «Ese es Máximo, toda la mierda viene de ahí, son demasiado orga estos pibes», decía el hombre que eligió no ir a ningún acto por el 17 de octubre, pero que los siguió con los televisores prendidos desde su despacho.

El presidente no bosqueja más allá de la coyuntura, pero siempre algún papel de armado del año que viene sostiene para evitar sorpresas, y así es en cada municipio que recorre. La Ciudad, opulenta como la definió tiempo atrás, es parte de su obsesión, quiere el mejor resultado posible y empezó a trabajarla. Un viejo amigo presidencial, Aníbal Ibarra, desempolvó esta semana sus intenciones de correr en CABA, donde gobernó y donde la marca del PRO parece infranqueable.

Cree el exjefe de Gobierno que hay una veintena de dirigentes de peso que tienen que trabajar para ir con una fórmula progresista competitiva que opaque la gestión macrista evidenciando las diferencias entre las comunas del sur y del norte.

Difícil tarea para un distrito donde Horacio Rodríguez Larreta cultiva una aceptación muy exitosa cercana al 70% y la interna parece haberse terminado encolumnados detrás de Jorge Macri, el pluri bendecido por el propio Larreta y Mauricio Macri, entre otros.

Allí estará entonces concentrado el 75% de los votos entre Juntos por el Cambio y el kirchnerismo que viene de una pésima elección con Matías Lammens.

La interna del Frente de Todos se maneja entre algodones, donde la hostilidad está a la vuelta de la esquina y la traición es el plato del día. En La Cámpora saben que tienen muchas posibilidades de perder el país, por eso los esfuerzos se concentran en sostener la provincia de Buenos Aires, donde Juntos por el Cambio tiene mayor interna y el peronismo el conocimiento más absoluto y el control histórico de algunas intendencias. El problema para el peronismo bonaerense son los duros del macrismo, con los que sienten que, en caso de llegar al poder, tendrían mayores problemas y las formas que hoy se sostienen, se terminarían.

Fuente: Pedro Paulín. mdzol