Se trata de la capa externa de sustancia gris que cubre por completo la superficie de ambos hemisferios cerebrales y donde se concentra gran cantidad de funciones esenciales para la percepción y el aprendizaje.

La corteza cerebral humana solo tiene un grosor de 2 a 5 milímetros y el área total que ocupa mide más o menos la cuarta parte de un metro cuadrado. Es realmente chiquita y, sin embargo, es lo que nos ha convertido en lo que somos: los seres que han dominado el planeta y que, incluso, pueden viajar al espacio.

Pero, ¿qué hace a esta parte del cerebro tan excepcional en los humanos? Para hablar de ello, algunos de los mayores expertos en corteza cerebral del mundo se han reunido en el III Simposio Fernando Reinoso Suárez, organizado por tercer año consecutivo por la cátedra UAM-Fundación Tatiana de Madrid, España.

En la inauguración del simposio, Víctor Borrell, del Instituto de Neurociencias de Alicante UMH-CSIC, recordó que esta parte del cerebro es la que ha permitido pasar del uso de las herramientas más simples por parte de nuestros ancestros a crear herramientas tan complejas como una computadora portátil o una estación espacial internacional.

Para Javier de Felipe, del Instituto Cajal (CSIC), “una de las diferencias clave entre el cerebro humano y el de otras especies reside en la microanatomía de las neuronas piramidales, las principales células denominadas de proyección de la corteza cerebral, que conectan con otras partes de la corteza y sistema nervioso, así como en el número, proporción y tipos de interneuronas”.

Huibert Mansvelder, investigador de la Universidad Libre de Ámsterdam que realizó parte de su formación en el laboratorio del neurocientífico Rafael Yuste en la Universidad de Columbia, se ha referido a la evolución del cerebro humano y a la expansión de la corteza cerebral que permitió las capacidades cognitivas del ser humano.

Para este neurocientífico, las adaptaciones evolutivas en las características neuronales que han acompañado a la expansión de la corteza humana “sustentan parcialmente la variabilidad interindividual en las capacidades cognitivas humanas”.

La corteza cerebral se organiza en diferentes áreas funcionales como las áreas sensitivas, motoras y de asociación. Tiene una gran variedad de funciones, entre ellas la percepción e interpretación de la información sensitiva y la planeación e iniciación de la actividad motora. También cumple un papel importante en las funciones cognitivas superiores como la toma de decisiones, la motivación, la atención, el aprendizaje, la memoria, la capacidad de resolver problemas y el pensamiento conceptual.

Miguel Ángel García Cabezas, de la Universidad Autónoma de Madrid, se ha referido a la vulnerabilidad selectiva de las neuronas en algunas zonas de la corteza cerebral humana, que “no es aleatoria”, ha apuntado. “Las áreas corticales de arquitectura más sencilla suelen ser las más vulnerables a enfermedades como el alzheimer que las áreas de arquitectura más compleja”, cerró el experto.