Con una primera ronda entre amable y descontracturada, que seguramente marcará el tono 2023 del ciclo, el conductor arrancó su séptima temporada al aire apoyado en las revelaciones íntimas -y hasta ligeramente escatológicas- de sus dos invitados más jóvenes: Julieta Poggio y Marcos Ginocchio
Siete años de un programa que nació como un proyecto de transición sin grandes expectativas. Cinco personas (seis con el conductor) abriéndose nuevamente al resto, en un formato que no por familiar resulta menos atractivo. Andy Kusnetzoff volvió a abrir las puertas de PH, podemos hablar, y entre las rendijas se colaron historias de vida, risas mezcladas con momentos íntimos. Siempre desde la sensibilidad, nunca desde la sensiblería.
Abel Pintos directamente desde el sillón de Got Talent Argentina; Paula Chaves, de regreso a casa luego de coquetear con América en el debut del Bailando 2023; Damián Betular, en las gateras para una renovada edición de MasterChef; y dos Gran Hermano: Julieta Poggio, hoy revelación de la obra de teatro Coqueluche; y Marcos Ginocchio, el ganador menos carismático y mejor vestido en la historia del reality.
Más Tik Tok, menos prejuicios
El logo, la presentación, un estudio simil planetario. La renovación prometida por el conductor en días previos se cumplió a rajatabla. “Minitemporada, pero no por eso menos importantes”, así describió un Andy algo disfónico lo que había anticipado previamente: “Estamos en charlas sin apuro, porque la verdad queremos que el producto esté bueno y que tenga una renovación. Y está bueno no apurarnos, es lo que convenimos con el canal”.
“Vamos a arrancar con algo nuevo, medio ticktokero, que tiene que ver con los prejuicios”, presentó Kusnetzoff la primera novedad. Una canasta desde el techo llena de papelitos con preguntas y el remanido juego de señalar al “acusado”. Nada sorpresivo, pero sí una buena manera de romper el hielo entre invitados, que se conocían poco y nada entre sí. De esta manera comenzaron los primeros pases de factura: Betular mandó a Chaves, excompañera de Bake Off: “Ella me invitó a comer con un canje”. Enseguida Abel Pintos desconfió de la bondad de Marcos, y luego de la concentración del chef y su actitud ante la ley. Así pasaron una decena de preguntas sin mayores conflictos que los de cualquier fin de semana entre amigos.
Enseguida llegó el “punto de encuentro”, caballito de batalla de PH y primera oportunidad de conocer más intimamente a los protagonistas. Quienes ya pasaron por el programa reafirmaron una imagen más conocida; la sorpresa en cambio, llegó con los debutantes.
La consigna tuvo que ver con los contratiempos de una primera cita, y la batuta la llevó la renovación generacional de la ronda.
Julieta Poggio, sin inmutarse describió una experiencia al borde de lo escatológico: “Fuimos a cenar, el chico me re gustaba, me parecía inteligente, lindo, todo fluía. Vamos para su casa y llegó el momento del beso, que para mí es clave, eso te da la pauta si te va a gustar o no. Y no, no me gustó como chapaba, hubo un exceso de baba. Yo tengo la teoría de que a vos te gusta cómo chapa la otra persona, si lo hace igual que vos. Le quise dar otra oportunidad, y seguí amorosa. Pasamos a ‘fase 2′, y no sentía esa piel. Entonces me pregunté: ‘¿Qué hago para poder irme?’ y puse una excusa que solo podemos decir las mujeres: ‘Disculpame, me vino’. No lo vi más, pero me fui educadamente”.
Como entre amigos
En medio del silencio que dominó el estudio y a sus compañeros, Damián Betular aprovechó para meter cuchara y contar su propia desgracia: “Me había costado mucho que aceptara una cita. Hice una reserva con menú de pasos, para que fuera larga la velada. Hasta había comprado un segundo cepillo de dientes para dejar en casa, me había hecho toda una película. En un momento me dice: ‘Voy al baño’. Pasaron 40 minutos, yo no quería invadirlo, y en eso apareció un mozo que me dijo: ‘Me parece que su acompañante tiene un problema’. Resultó que era alérgico a algo y no lo sabía. ¡Se había desmayado en el baño! Vino el SAME, lo acompañé a la guardia y nunca más lo vi”.
Lo de Marcos Ginocchio, en cambio, fue más casero y costumbrista: “La mía fue la primera cita con mi exnovia. Me dijo de cenar y la invité a mi casa, le había preparado milanesas con puré. Cuando le dije me puso cara de: ‘¿Es lo único que preparaste?’. Ahí me puse muy nervioso, habíamos arrancado mal. Puse las milanesas en la sartén y me fui a charlar al living. Pasó el tiempo y me llega una llamada del vecino, que salía humo por la ventana de la cocina. ¡Las milanesas eran carbón!”.
Así PH, Podemos hablar debutó en su séptima temporada, con una primera ronda entre amable y descontracturada que, seguramente, marcará el tono 2023 del ciclo.