El ataque de Estados Unidos contra grupos armados proiraníes en Irak y Siria, en represalia por la muerte de tres de sus soldados en Jordania, dejó al menos 39 muertos y reavivó el temor a que se expandan las tensiones generadas alrededor de la guerra entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamas.

Al menos 23 combatientes proiraníes murieron en el este de Siria, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en Reino Unido e informantes en el terreno. En Irak, el gobierno reportó 16 muertos, entre ellos civiles.

Estados Unidos indicó haber llevado a cabo estos bombardeos en respuesta al ataque del 28 de enero en una base en Jordania, cerca de la frontera siria.

Aquel día murieron tres militares estadounidenses, en un ataque que Washington atribuye a grupos respaldados por Irán.