
El Decano se hizo fuerte en el José Fierro, venció 2-1 a Godoy Cruz y respiró tranquilo: seguirá en Primera. En cambio, el equipo mendocino quedó al borde del abismo y ahora depende de un milagro para no descender.
En Tucumán se festejó, y mucho. Pero la noticia repercutió en varias canchas del país. Porque el triunfo de Atlético no solo significó la permanencia del equipo de la Ciudadela, sino que también trajo alivio para Talleres, Newell’s, Instituto y Gimnasia, que sellaron matemáticamente su continuidad en la máxima categoría.
El partido era una final encubierta. Atlético necesitaba ganar para despegar definitivamente del fondo, y Godoy Cruz jugaba con la soga al cuello. En un encuentro trabado y cargado de tensión, el Decano golpeó primero: un gol en contra de Juan Morán —con suspenso del VAR incluido— abrió el marcador en el primer tiempo.
Ya en el complemento, Marcelo Ortiz apareció con un cabezazo letal para poner el 2-0 y desatar la locura en las tribunas. El descuento de Santino Andino le dio algo de esperanza al Tomba, pero no alcanzó: la reacción llegó tarde y el equipo de Mendoza se quedó sin respuestas.
La derrota deja a Godoy Cruz en zona roja, compartiendo el último lugar de la tabla anual con San Martín de San Juan. A una fecha del cierre, la única posibilidad de mantener la categoría pasa por ganar en la última jornada ante Riestra y esperar otros resultados para forzar un desempate ante su clásico cuyano o Aldosivi.
Complicado panorama para un equipo que, hace apenas unos meses, lideraba su grupo en la Copa Sudamericana y hoy ve de cerca el fantasma del descenso.
Mientras tanto, en Tucumán hay sonrisas y alivio. Atlético se queda en Primera y, con el empuje de su gente, todavía sueña con meterse en los playoffs. El José Fierro volvió a ser una fiesta.
