Llegó temprano y no logró esquivar las cámaras. El tres veces gobernador de Tucumán José Alperovich entró a los tribunales de la calle Paraguay al 1500, junto a sus hijos, y enfrentó las cámaras. “La prueba va a decir la verdad”, afirmó.

Se dirigió al segundo piso, donde está la sede del Tribunal Oral Federal 29, encargado de comenzar a juzgarlo por abuso sexual. Se sentó junto a su hija. Su hijo estaba parado frente a él. Y por eso terminó topándose con los periodistas que iban llegando para cubrir el juicio.

Educado, Alperovich explicó que prefería no hablar. Minutos antes de las 11 de la mañana se acercó el peor momento para él: casi con los hombros encorvados, cruzó la sala de audiencias. Los flashes y las transmisiones en vivo lo registraron durante los largos cinco minutos hasta que el juez José Ramos Padilla apareció en el recinto y dio por iniciado el debate. De un lado estaban los acusadores. El fiscal Sandro Abralde y un fiscal auxiliar, pero también la titular de Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), Mariela Labozzetta. Del otro lado, Alperovich y sus defensores: Augusto Garrido y Mercedes Rodríguez Goyena, que se había sumado este lunes al juicio.La víctima esperaba en una sala cercana su momento de declarar. Pero primero debía cumplirse con los pasos previos de todo juicio. Por secretaría se leyó el auto de elevación a juicio de la querella y de la fiscalía. El detalle de los distintos abusos denunciados por momento incomodaban y por momentos enojaban al ex gobernador acusado. Se cruzaba de brazos, se acomodaba la corbata, se movía en su silla.

“Quedó comprobado cómo el imputado utilizando su fuerza física, ejerciendo abuso intimidatorio de poder y violencia de género, reducía bajo su dominio a la víctima, y la ponía como un mero objeto de satisfacción sexual, de cosificación, sometiéndola de forma violenta, ultrajante y degradante, haciéndolo por el transcurso de un poco más de tres meses”, sostiene la fiscalía.

Según la instrucción, los primeros abusos ocurrieron a mediados de diciembre de 2017 y continuaron hasta diciembre de 2018. Se trató de tres hechos de abuso sexual -dos de ellos cometidos en tentativa- y seis sucesos de violencia sexual agravada por haber sido con acceso carnal, algunos ocurridos en Tucumán, otros en Capital Federal, donde Alperovich, a partir de 2015, cumplía su tarea como senador.

“En todos los casos, mediando para su comisión intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad”, se sostuvo en la acusación. Varios detalles de aquellos abusos denunciados ya habían trascendido en los medios de comunicación, al momento de la denuncia, que hizo pública la víctima.

“No escribo para convencer a nadie de nada. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarlas ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe. El mío se llama José Jorge Alperovich, mi tío segundo y jefe, por quien fui violentada sexual, física y psicológicamente desde diciembre del 2017 hasta mayo de 2019. Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él”, decía en esa carta.

Según la causa, la joven F. L. comenzó a trabajar en la función pública de Tucumán en 2011 y seis años más tarde pasó a ser asistente y secretaria del entonces senador Alperovich.

El segundo hecho ocurrió también en Puerto Madero, el 27 de diciembre de 2017, en el departamento de Alperovich. La denuncia sostiene que el 9 de febrero de 2018 Alperovich volvía con su sobrina de un acto de campaña en la localidad de San Pedro de Colalao y allí intentó abusarla. Lo mismo sucedió al día siguiente cuando volvían de Simoca y el 12 de ese mismo mes.

Los hechos más graves ocurrieron durante el mes de marzo de 2018 en la casa que Alperovich tenía en la localidad de Yerba Buena, cuando cometió en cuatro días distintos hechos calificados como de abuso sexual con acceso carnal. La joven renunció el 24 de mayo de 2019.

Todos esos detalles fueron oídos en el recinto. Alperovich fue invitado a sentarse frente al banquillo ante al juez. Como en cada proceso, después de escuchar la acusación, el tribunal llama al acusado a declarar, algo que puede hacer en cualquier momento del debate, antes de que empiecen los alegatos.