El exparticipante del reality regresó al lugar donde se hiciera famoso y recorrió, ahora acompañado de un celular, todos los rincones
Considerado uno de los personajes más polémicos dentro de la casa de Gran Hermano y de más alto perfil, incluso afuera, luego de ser eliminado, Walter Santiago -popularmente conocido como Alfa-, sigue siendo llamado por los programas de televisión para dar sus impresiones respecto de lo que fue el reality que acaba de terminar con la consagración de Marcos Ginocchio como ganador. Así, invitado por el noticiero de Telefe volvió a ingresar al lugar, ya acompañado de un celular que registró algunos momentos para destacar.
Sin embargo, antes de la aparición en televisión, aprovechó a hacer unas filmaciones que subió a su cuenta de TikTok. Allí comenzó el recorrido por la cocina: “Mirá dónde estoy de nuevo, dentro de la casa, la primera vez que estoy con un celular. Mirá, me voy a dar el gusto de hacer algo”, afirmó, para luego servirse una cucharada colmada de dulce de leche.
Pero no sería el único ambiente, claro: “Acá estamos recorriendo la casa”, continuó, mientras se desplazaba por el pasillo, para luego ingresar a la habitación donde habitualmente dormía: “Esta era mi cama, este era mi placard. Muy fuerte esto”. Y siguió la recorrida en el jardín, mostrando la cinta donde realizaba sus ejercicios y las mancuernas. Pero había algo que lo tenia preocupado.
“La pileta, a ver si está limpia…”, comentó antes de moverse hacia el lugar que cuidó celosamente durante cuatro meses. “Qué fuerte que es todo esto”, agregó reflexionando, cuando los recuerdos de lo vivido se hacen más presentes. Acompañado por productores y noteros del noticiero de Telefe también pasó por el confesionario, para mostrar a los demás la percepción que tenían desde adentro. “Está abierto, no te puedo creer. Esto estaba todo oscuro, esas luces no estaban prendidas, y todo con una led roja. Vos te sentabas acá y la única vista que tenías era esa camarita y lo único que veías era el ojo de Gran Hermano”, explicó a quienes allí se encontraban.
Sin embargo, el momento de mayor indignación fue al abrir la heladera: “Nunca estuvo tan llena, mirá. Sandwichs, torta, helado, carne. No había nada de esto, qué hijos de puta. Mirá, fiambre…”, seguía relatando lo que iba encontrando, a diferencia de cómo se vivía cuando todos aún estaban en competencia y el presupuesto en comida apremiaba en tanto no se conseguían los objetivos en las pruebas semanales.
Volviendo a la cocina, reconoció que una de las cosas que más lo indignó fue que hayan dejado en el dulce de leche la tapa de aluminio, la que arrancó con bronca mientras decía que eso debía tirarse. “¿Sabés cómo extraño esto?”, se emocionó al ver las tazas que se utilizaban en la casa. “Aunque no crean, llegué y me preparé un café”, detalló mientras se servía una segunda infusión.
“Me voy a llevar esta taza, porque con esta taza yo desayuné cuatro meses y aunque vos no creas, los primeros días que yo salí de la casa la extrañaba. Porque al principio estaba en un hotel, como todos, aislado, y desayunaba con una taza común y extrañaba mi taza”, se sinceró antes de retirar que se la llevaría.