A juzgar por la venta de entradas, aquella sitcom con Florencia Peña y Guillermo Francella tiene todo para batir récords de convocatoria a partir de su estreno, este jueves, en el Teatro Gran Rex

Pocos estrenos teatrales tuvieron tanta previa como Casados con hijos. En el amplio abanico de capas, el proceso para llegar al debut fue atravesado por los efectos de la pandemia con su neológica de postergaciones, discusiones de género, debate sobre los límites del humor, temas contractuales y la ausencia de un personaje clave que formó parte del elenco original. Todo eso, y algunas derivaciones, debió sortear la llegada de Casados con hijos al Gran Rex, prevista para el 5 de enero. Cuando faltaban ya pocos días para que la historia de los Argento y sus vecinos copen el gran escenario, todo el elenco tuvo un encuentro con LA NACION atravesado por un decidido clima de fiesta.

Hoy es miércoles, por la tarde. Es la primera vez que Guillermo Francella, Florencia Peña, Luisana Lopilato, Darío Lopilato, Marcelo De Bellis y Jorgelina Aruzzi pisan el inmenso teatro ícono de la arquitectura modernista. Alrededor de ellos hay productores, agentes de prensa, representantes, los hijos de Luisana, asistentes y cámaras, muchas cámaras que los siguen por los rincones de la sala. Todo es tan nuevo que ni tuvieron tiempos de decorar los impersonales camarines. Eso sí: en el gran escenario de la sala hay gente de producción pintando el living de los Argento que incluye una cocina de furiosa onda setentosa. Antes de encenderse el grabador, Luisana, recién llegada de Canadá, recordó sus pasos por el Gran Rex en tiempos de Chiquititas. En una de las temporadas de aquel otro éxito televisivo, por las noches, el dueño del escenario era Sandro. A tantos años de aquello, ahora es Francella, quien también se hace cargo de la dirección de la versión teatral de Casados…, quien eligió el camarín que usó Sandro. Jorgelina y Florencia también son conocedoras del inmenso laberinto subterráneo de este teatro único.

En estos días previos al estreno del jueves Francella armó, casi sin querer y probando por primera vez cómo es eso de crear un grupo de WhatsApp, uno que llamó “Casados con hijos”. Al parecer, ya están acordando por ahí cenas, encuentros y alguna fiesta de disfraces para esta banda de amigotes que, con esta sitcom de Sony, se convirtieron en piezas claves de un fenómeno local que traspasó generaciones.

—¿No da temor subirse al escenario de un teatro con 3.200 butacas?

Guillermo Francella: — Es que estamos muy seguros de lo que tenemos, conocemos a los personajes, al ritmo. Es distinto a un estreno ante el cual siempre te preguntás qué puede llegar a pasar con la interpretación, con los tonos, con el tiempo. Todo eso lo tenemos muy incorporado. Pensábamos que no, pero la mañana que nos encontramos por primera vez para hacer los spots radiales al ratito enganchamos como si nada y nos empezamos a divertir como hace 17 años. Luego, en este escenario, con toda esa gente en la platea la cosa será distinta. Creo que, sobre todo, lo que va a generar esto es mucha emoción. Es algo que el público espera desde hace mucho tiempo…

— Para el formato del teatro comercial, la apuesta de Casados con hijos es un tanto atípica. Hasta hay sábados que van a tener tres funciones…

G. F: — Sí, y tenemos que ver cómo funciona eso. Porque hay una duración de obra, tenemos que ver qué pasa con el público, qué cantidad de tiempo nos va a llevar la salida y la entrada de los espectadores y esas cuestiones. Pero, en principio, pusimos los dos primeros sábados con tres funciones y veremos si llegamos enteros, o no [y pone una de las tantas caras típicas de Pepe Argento, su personaje].

—¿Cómo fue el proceso de ensayo con ustedes en Buenos Aires y vos, Luisana, en Vancouver?

Luisana Lopilato: — La tecnología hizo que el proceso fuera un poquito más fácil. En Canadá trabajé con un coach, con quien trabajo siempre, que estuvo presente en los ensayos y también tuve una persona que ayudaba a marcar los lugares, los movimientos del personaje. Ahora recorrí un poco el escenario para ver el lugar pero, en verdad, el proceso estuvo más que bien. De todas maneras, recién hoy tendremos el primer ensayo en el escenario. Por otra parte, como decía Guille, pasaron muchos años pero pareciera que no fueran tantos, como si algo estuviera intacto en nosotros. Nos seguimos divirtiendo como la primera vez.

Florencia Peña: — Tal cual, y yo creo que eso sucede porque en cada uno de nosotros ya había una composición tan marcada que, cuando empezamos a recordar, apareció el recurso inmediatamente.

Darío Lopilato: — De todas formas, el “papucho” no me sale igual [y, tras cartón, larga su grito de guerra mientras el resto se ríe].

F. P: — Bueno… pero te cambió la voz. Ya sos un señor.

D. L: — Lo copado es que fácilmente recuperamos la química, la esencia de la relación entre esos padres y sus hijos y ellos con los vecinos. Es hermoso todo esto.

G. F: — Las mismas personas, me refiero a Axel Kuschevatzky y a Diego Alarcón, que hace unos años hicieron la adaptación del libro norteamericano para la serie son las que se encargaron de hacer la versión teatral que nos divierte tanto. Pensá que, originalmente, eran unos libros muy chiquitos y efectivos de 24 páginas que hubo que llevarlos a nuestro universo, hacia un humor más local. Después Telefe nos pedía capítulos de 30 a 40 minutos para los cuales había que agregar situaciones. Terminaron siendo libros muy sólidos. Mientras que allá hacían 13 programas anuales, nosotros hicimos 140 o 150 capítulos el primer año.

—¿Y cómo fue el proceso para esta versión teatral frente al cambio de época?

F. P: — De mi parte, esto es una opinión personal, la siento más políticamente incorrecta ahora que antes por cómo está el mundo. Es un humor que no se está haciendo, es ir un poco más allá. Casados… es una sátira, y la sátira es una crítica per se. Yo siempre sentí que Casados… es una crítica a la familia tipo, fue la primera comedia argentina que lo hizo. Yo venía de hacer en la tele Son de diez, en la cual era todo angelical, en la que los niños eran perfectos, la madre y el padre se amaban y no había problemas. Casados… fue la primera serie en la que mi personaje, Moni, le pudo decir a su marido que no tiene ganar de hacerle el amor [aclaración necesaria: como es de imaginar, Florencia Peña no usó es término tan de Son de diez].

G. F: — Mucha gente pregunta qué puede pasar con Casados… frente al paso del tiempo. Lo cierto es que hace 17 años que se sigue viendo y que tiene una audiencia propia. Algo pasa y eso demuestra que a la gente le gusta ese tipo de humor. Pepe Argento es tremendamente machista y lo seguirá siendo, diría que está peor que antes. Y Pepe no es Guillermo, no soy yo. Es ficción. Lo aclaro porque esa confusión la acabo de vivir con la serie El encargado, con la polémica que generó. Para los Argento, el cambio de humor, el cambio de paradigma no existe.

— Y a los vecinos, ¿qué les pasa?

G. F: — En la trama está incorporado el componente feminista. Sumamos al personaje de Jorgelina Aruzzi, que es la nueva novia de Dardo, a cargo de Marcelo, que acaba de llegar de París. Si bien es una mujer modosita y delicada con el zoológico humano que la rodea se convierte en otra cosa. Y no estará nuestro querido Fatiga (en realidad era una perra), pero de cierto modo va a estar sin poder darte detalles para no “spoilear” la cosa. Quedó algo muy divertido que estoy seguro que la gente lo va disfrutar muchísimo.

F. P: — Como las bandas de rock cuando se reencuentran después de algunos años, van a estar los grandes hitazos de Casados con hijos. Acá no se trata de presentar algo nuevo, venimos al Gran Rex a cantar los hits. Guille, que es una persona muy inteligente, siempre habla del Chavo. Es como que hoy se critique que al Chavo lo golpeen en el barril porque hoy eso no se puede permitir según ciertas convenciones, ¡pero es el Chavo o son Los Simpson! Homero no es un deconstruido. En la historia es el machista de la trama junto a Bart, por eso está su hija. Pero, claro, como nosotros no somos dibujos animados todo se pone un poco más…

— En tu caso, Jorgelina, ¿cómo fue incorporarse a este vecindario, a este zoológico?

Jorgelina Aruzzi: — Estoy muy feliz porque Casados… tiene un tipo de humor que me encanta. Trabaja lo satírico, lo exacerbado, el poder esperar la risa; y es incorrecto también porque en otra comedia tal vez no hacés lo que hacemos acá. Y con respecto a Azucena, mi personaje, tiene una vueltita de tuerca interesante. Es una mujer fina, culta hasta que llega acá y se transforma.

— ¿Y tu tránsito, Marcelo, ante esta nueva etapa de Casados…?

Marcelo De Bellis: — Todo aquello estaba, aparentemente, lejos; pero, como nos dice gente cercana, nos juntamos y nos convertimos. Sumale que cuando grabábamos Casados… teníamos 50 reidores y acá vamos a tener unas 3.000 personas que, en su conjunto, será el otro gran personaje de todo esto. Todo esto tiene algo de celebración, de gente que nos ve desde hace 17 años en una pantalla y que, ahora, tiene la posibilidad de vernos en vivo y nosotros de verlos a ellos. Estoy muy ansioso.

F. P: — Esto tiene algo vintage. Todo hemos hecho éxitos en la tele con títulos como se hacían antes: Brigada cola, Son de Diez, Chiquititas… pero todo eso se dejó de hacer.

— Partamos de la base de que en la televisión abierta casi no hay ficciones.

G. F: — Es verdad y por eso esto es un volver a vivir para todos.

L. L: — La gente pide la vuelta de Casados… Hoy bajé a comprar un café y unas seis personas me dijeron que ya tenían las entradas. Todo esto lo hizo posible esa gente que se sigue riendo con ese tipo de humor.

— Si se repara en los números de entradas ya vendidas, unas 60.000, impresiona.

M. D. B: — Es un milagro que pase esto en un país con tantas crisis.

G. F: —¡Es que la risa es tan terapéutica! Amamos al humor, somo actores que amamos a la comedia con locura porque sabemos que es sanadora. Es como la catarsis que hicimos todos con el Mundial que fue un ratito de felicidad en medio de un país tan castigado.

F. P: — Sentir que estamos todos en la misma vereda es algo que todos anhelamos. Salvando las distancias, Casados… une generaciones. Lo vivimos en la calle. Como sucedió cuando se presentaron los Coldplay que parecía que sí o sí había que verlos. Esa música o esta familia tan loca nos atravesó a todos.

M. D. B: — Y entre nosotros nos queremos, lo cual es plus fundamental. Este es un equipo unido.

— En ese contexto, ¿esto es como un viaje de egresados a Bariloche o una reunión para festejar los 17 años de haber terminado juntos el secundario?

Todos: -¡Las dos cosas! [se ríen como si estuvieran por entrar al boliche Cerebro, de Bariloche].

Fuente: La Nacion