Wikipedia distribuye la foto libremente: dicen que el simio fue el autor. David Slater aún reclama y profundiza el debate sobre la propiedad intelectual, que ahora vuelve de la mano de la inteligencia artificial.

“Wikipedia miente y hace propaganda para defender el robo de mi trabajo”, dice a TN Tecno el fotógrafo británico David Slater, conocido por su largo enfrentamiento con los responsables de la enciclopedia online debido al uso de la fotografía de un mono.

Mientras la plataforma distribuye ese contenido libremente argumentando que es una obra del simio; Slater señala que la imagen le pertenece y que Wikimedia le debe 42 millones de libras esterlinas, que equivalen a unos 53 millones de dólares.

La selfie del mono: repaso del conflicto entre David Slater y Wikipedia

  • En el año 2008, Slater viajó a Indonesia para tomar imágenes en escenarios naturales; allí se acercó a familias de monos. En una oportunidad, uno de los animales se tomó las selfies que años más tarde desataron el pleito.
  • Cuando en 2011 algunas pubicaciones, entre ellas The Guardian y The Telegraph, contaron la historia, incluyeron las fotos y citaron a Slater describiéndolas como “autorretratos”.
  • En julio de ese año, el fotógrafo reclamó a Wikimedia (la organización detrás de Wikipedia) la eliminación de esas imágenes en la plataforma. La persona que las subió dijo que eran de dominio público porque fueron capturadas por un animal, no por un humano.
  • La discusión se desató en la comunidad en línea: ¿quién posee los derechos de autor sobre una fotografía capturada por un animal?
  • En diversas oportunidades, Wikimedia rechazó los pedidos del británico. En 2014 ratificó que “los derechos de autor no pueden conferirse a autores no humanos”, y que, en tanto, pasan a ser de dominio público.
  • La organización PETA (siglas de “Personas por el Trato Ético de los Animales”) se metió en la pelea en el 2015 para profundizar la postura de Wikimedia. ¿Qué tanto? Demandaron a Slater y pidieron que las compensaciones por copyright se paguen a los monos; en este caso para cuidar a las especies en peligro de extinción.
  • En el 2017, un acuerdo prejudicial estableció que Slater done el 25% de los ingresos por el uso de las fotografías a organizaciones que defienden a los monos en Indonesia. En la ocasión, no se detalló cuánta plata generaron las imágenes, ni qué ocurriría con el 75% restante.
  • La autofoto del simio, contada por Slater

La autofoto del simio, contada por Slater

“Fui aceptado como parte del grupo (…) Así que pensé que los monos podrían tomar sus propias fotos. Instalé la cámara en un trípode, enmarqué la toma y establecí la exposición correcta. Después le di al mono el botón, fue así como se logró la imagen”, contó Slater en declaraciones a BBC y aseguró que muchas versiones de esta historia son imprecisas.

En su sitio web personal, el fotógrafo aclaró que si bien los simios robaron su cámara, las selfies no se realizaron en esa circunstancia. Él estaba al mando, aseguró. Al respecto, contó que el primer plano que saltó a la fama se hizo mientras otros animales del clan lo empujaban y mordisqueaban, pero que no soltó el trípode en el momento de las capturas.

“Me gusta hablar sobre Wikipedia y su desinformación deliberada respecto a los derechos de autor (de la selfie), de sus mentiras y propaganda para defender sus infracciones a los derechos de autor de mi trabajo. Además, es importante mencionar el general para la sociedad”, dice Slater en diálogo con esta publicación.

Selfies de monos, derechos de autor y el nuevo auge de la inteligencia artificial

Amén del paso del tiempo, la monkey selfie confirma su rol clave en el debate sobre los derechos de propiedad intelectual, que ahora tiene un nuevo capítulo con el boom de la inteligencia artificial.

En el 2014, la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos opinó que solamente las obras creadas por un ser humano pueden gozar de los beneficios que derivan del copyright. Eso excluye al mono que sonríe, y también a las creaciones 100% automatizadas. El debate no es trivial ahora que los generadores de imágenes (entre ellos DALL-E y Midjourney) acaparan el centro de la escena gracias a su capacidad para crear contenido sin intervención humana directa.

La polémica vuelve a emerger: ¿quién es el autor (y a quién le corresponden las regalías) de una obra generada por un sistema informático? El problema ahora va más allá de lo que planteó el monito amigo de Slater: los generadores de imágenes trabajan a partir de contenido preexistente. Como fuere, asistimos a la misma historia: el fin de las fronteras concretas entre las creaciones humanas y no-humanas.

Mientras tanto, el mono seguirá sonriendo frente a la cámara. Parece decir: “Ustedes peleen mientras mi fama se eterniza”.